Encarar la muerte
Nunca nos resulta agradable hablar del misterio de la muerte y, sin embargo, no puede pasarse por alto. La muerte está íntimamente ligada a la vida y cuando la afrontamos nuestra existencia cobra una dimensión más profunda.
No es posible vivir plenamente sin haber afrontado la muerte, no es posible la consagración total al momento presente sin la consciencia de que es sumamente efímero.
Todos sabemos intelectualmente que vamos a morir pero en lo más hondo nos parece algo ajeno, nos olvidamos de ella trabajando, haciendo cosas, viajando, pensando…, y cada momento estamos más cerca de ella. No importa que no hayamos completado nuestros proyectos ni que seamos demasiado jóvenes, la muerte puede llegar en cualquier momento. Es seguro que va a ocurrir, lo que no sabemos es cuándo.
Pero la muerte lejos de ser un mal trago puede verse como una oportunidad para reconocer nuestra naturaleza esencial.
La siguiente meditación sigue los pasos del proceso de la muerte tal como lo explica el budismo tibetano y desemboca en la experiencia de la naturaleza esencial una vez que se han caído todos los velos que la recubren. Desde esta perspectiva es una gran oportunidad a la más alta realización humana.
Se trata de aprovechar la vida al máximo.
La muerte está íntimamente ligada a la vida y cuando la afrontamos nuestra existencia cobra una dimensión más profunda.
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